Por Verónica A. López Z.
Si la Segunda Guerra Mundial no hubiera ocurrido, la vida del mundo entero pudiera haber sido TOTALMENTE diferente, de una forma que ni se imaginan. Empecemos por el hecho de que la mayoría de los países de América Latina se hubieran unido por un sentimiento en común: la ultra derecha o el fascismo.
En este caso Brasil y Argentina hubieran sido las capitales latinoamericanas de la derecha fascista, pues el coronel argentino Juan Domingo Perón habría extendido la alfombra roja para el nazismo; mientras que en Brasil el presidente Getúlio Vargas hubiera estado muy emocionado por aliarse a los alemanes, pero sin recibir tutela de ellos como los argentinos.
Tan pronto como el nazismo se haya instalado en Buenos Aires (asumiendo que sería la capital más importante del partido), Alemania intentaría realizar acuerdos económicos, cooperación militar, programas culturales y educativos, y trataría de introducir agentes encubiertos en las empresas de los demás países de América el Sur. Toda esta operación comenzaría por Argentina y Brasil, luego Uruguay, Paraguay y Chile, y así sucesivamente hasta llegar a Venezuela.
No viviríamos en la Unión de Naciones Suramericana (UNASUR), sino en la Unión de Repúblicas Fascistas Suramericanas o URFS. Seríamos el 8vo PIB del Planeta. Iríamos para el mundial de Suráfrica con un equipo de envidiar, simplemente imbatible: Forlán, Lugano, Tevez, Kaká, Robinho, Messi, entre otros. Seríamos, en definitiva, The Dream Team.
Si les parece algo absurdo, pues piénsenlo dos veces. Ya los nazistas operaban tanto en Brasil como en Argentina desde 1930 (mucho antes de la guerra). Ellos (los nazistas) financiaron escuelas, programas culturales, mandaron espías disfrazados de ejecutivos para crear células del partido en las diferentes empresas, tal y como afirma Sergio Correa da Costa en su libro Crónicas de una Guerra Secreta: “Los nazistas soñaban convertir a este continente de mestizos en un protectorado alemán”. Y eso no hubiera sido una tarea muy difícil porque ya las dictaduras suramericanas tenían escuelas inspiradas en las milicias de Mussolini y en la juventud hitleriana de Hitler.
Miles de judíos, gitanos y otras minorías hubieran sido perseguidas y asesinadas por el nazismo, pero no a escala industrial como en el holocausto. Sin él (holocausto), hoy en día no tendríamos tanta conciencia sobre los derechos humanos y la libertad; el racismo y totalitarismo sería el pan de cada día y no serían desacreditados (como hoy). Y la democracia sería mucho menor, pues no estaría esparcida en la mayor parte de los países del mundo.
A pesar de todas las desgracias de aquella época (y de esta), gracias a la Segunda Guerra Mundial tenemos un mundo un poco más justo, más democrático y más libre.